Creo que heredé el amor al mar de Alfonsina.
A veces pienso que una pequeña parte de ella reencarnó en mi, no por su prosa maravillosa, no por su valentía y su astucia, sino por esa pasión que se le significaban las oceánicas aguas, porque estoy segura que a ella también se le erizaba la piel de tan solo pensar en lo grandeza del mar.
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