Hace un rato pasé por la puerta de tu casa. Se me hizo tan extraño pensarte durmiendo dentro y caer en la cuenta de que ya no es así, que ya no son dos los que duermen ahí.
No puede ser que ya haya pasado un mes desde que vi tus ojos azules brillar por última vez, me cuesta entenderlo porque cada vez que miro al cielo los encuentro ahí, resplandecientes y eternos.
TU LUZ POLACA ES ETERNA
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