(Hacen falta cosquillas para serios, pensar despacio para andar deprisa, dar serenatas en los cementerios muriéndose de risa.)
20 de mayo de 2015
Mensajes de arriba
Era de noche. Salía de un partido de básquet del cuál era espectador junto a mis amigos.
Entre el tumulto de gente vi a mi abuelo, le gritaba y parecía no escuchar. Empujé personas hasta llegar a él y LO ABRACÉ.
Lo abracé como la última vez. Su rostro, tal como entonces, se iluminó de alegría. Me invitó a cenar y sin dudarlo, suspendí la comilona con amigos y fui tras él, pero no lograba alcanzarlo, se escurría entre las calles como una gacela y yo corría atrás suyo con todas mis fuerzas.
Empezó a llover y el agua me tapaban los ojos. Lo veía lejos y borroso hasta que llegué a la puerta de su casa. Él acaba de entrar y ya había cerrado el portón, entonces opté por gritarle...¡ABUELO! ¡ABUELO! Pero no escuchaba, estaba sordo. No me rendí, grité, grité y grité hasta que con su oído bueno (si es que se lo puede llamar así) me escuchó. Giró, volvió a sonreír, abrió el portón y me invitó a pasar.
¿Un sueño así justo en este momento? No sé que querrás decirme, abue, pero seguí insistiendo hasta que te pueda escuchar. Por favor, hace como yo y no te rindas.
Perdón por lo que están haciendo acá abajo. Hay gente que no entiende de amor por más besos que les hayas dado.
TE EXTRAÑO SIEMPRE
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario